Historia regional y local del Valle del Tuy

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Instrucción general y particular del estado presente de la Provincia de Venezuela en los años de 1720 y 1721

Por: Pedro José de Olavarriaga

     La obra Instrucción general y particular del estado presente de la provincia de Venezuela, en los años 1720 y 1721, fue escrita por Pedro José de Olavarriaga, quien por orden del virrey del Nuevo Reino de Granada, a quien presentó con fecha 12 de noviembre de 1721 su obra, la cual resultó determinante para el establecimiento, años más tarde, de la Compañía Guipuzcoana en Venezuela.

     Es un importante documento de análisis de la situación económica de la Venezuela de inicios del siglo XVIII, su objetivo principal era el de presentar una investigación minuciosa de las posibilidades, que poseía Venezuela en aquel entonces, para establecer negociaciones entre la Compañía Guipuzcoana y la Corona Española. Algunos historiadores y estudiosos de la economía venezolana afirman que es la primera obra realizada en Venezuela con un rigor científico, ya que aporta importantes datos estadísticos y económicos, así como de la situación política, militar y de comercio, tanto interna como externa de la llamada Tierra de Gracia.

     El autor presenta interesantes datos estadísticos y de producción de las distintas haciendas de Venezuela y en especial del Valle del Tuy, incluso introduce listados con los nombres de los propietarios de cada una de las mismas, plasmando cual era el nivel de importancia y de participación de este valle a la economía de la provincia, en uno de sus capítulos expresa: (más…)

UN PUEBLO Y DOS PATRONOS

Por: Fermín Luque Olivo.

     Hace más de trescientos años, la población de Charallave fue fundada por el padre Cirilo de Ontoniente, bajo la advocación de dos patronos: Santa Rosa de Lima y Santo Tomás, con indios libres que poblaban estas inmediaciones, especialmente las que conformaban el núcleo que se asentaba en las estribaciones de la antigua Plaza Vieja, hoy denominada Plaza Páez.

     Los indios Charavares o Charaguares habían llegado a esta zona en el año de 1600 empujados por una larga y prolongada sequía, procedentes del sitio que llamaban Corocoruma o Coruma, donde se había constituido una encomienda.

     En estas estribaciones montañosas permanecieron hasta que se presentaron los colonizadores y misioneros capuchinos, en 1681.

     Allí los encontró el padre Ontoniente, invocando la protección de Santo Tomás y Santa Rosa de Lima, fundó el pueblo anexo al de La Guáyra de Paracotos, hasta el año de 1735; cuando se le agregaron algunos indios pertenecientes a las naciones de los Otomanos, Taparitas y Yaruros, recogidos por los religiosos capuchinos andaluces en los predios de Apure, los depositaron aquí y así permanecieron hasta que en el año de 1745, en que habiéndola renunciado los supra dichos capuchinos, volvió a quedar anexo a La Guayra de Paracotos, del cual fue desmembrado y erigido en distinto Curato y Doctrina por Auto de fecha 11 de octubre de 1762.

     La segunda fundación de Charallave se registró en 1735, por el padre Salvador de Cádiz, pero únicamente lo hizo bajo la advocación de Santa Rosa de Lima; suponemos que debido a su celo y devoción por la Virgen peruana y a la influencia ejercida por el Obispo Antonio López de Acuña; quien antes fuera Superior del Convento de Dominicos de Lima y Promotor de la causa que elevó a Isabel Flores Oliva a los altares de la santidad en América.

     Indudablemente, que debido a la influencia de este prelado floreció la devoción por Santa Rosa de Lima en nuestro país, durante el periodo de su obispado en Caracas, que se prolongó desde 1672 hasta 1682.

     Los pormenores de esta segunda fundación de Charallave, los describe el padre Miguel de Olivares, quien en el Libro Primero del Archivo dejó escrita parte del acta que aún se conserva, y en la que asienta:

«Este pueblo es doctrina de indios tributarios y de ellos únicamente habitado, por cuanto, aunque hay algunos vecinos españoles y de otras castas en su territorio parroquial, viven todos en los campos donde tienen algunas haciendas de cacao, caña dulce y principalmente sementeras de maíz y otros granos»

     Presumimos que la exclusión de Santo Tomás el Apóstol como patrón de Charallave obedeció a una omisión u olvido de aquellos misioneros fatigados, enfermos y desamparados.

     Pero la memoria y devoción por Santo Tomás el Apóstol misionero de Jesús, no murió en Charallave. Su nombre y su figura está íntimamente ligado no sólo a su historia, sino a su espiritualidad ya que una de las leyendas del pueblo se remonta a los tiempos prehispánicos, donde según la tradición quedó impresa su pétrea huella en medio del cauce de la quebrada que mitigó la sed de los Charavares a la altura de «Los Peñones». Allí está grabada sobre las calendas de los siglos: El Pié de Santo Tomás.

MARGARITA “MARGOT” MONTILLA

Por: Juan Ramón Ávila

     Hoy quiero compartir con ustedes unas bellas pinceladas, que darán forma a una hermosa crónica sobre un especial acontecimiento acaecido en la Parroquia de San Sebastián de Maiquetía, Estado Vargas, desarrollado con motivo de los 339 años de su fundación.

   Allí fueron declarados patrimonio cultural viviente numerosas personalidades, entre ellas, nuestro familiar, que da pie al titulo de este trabajo.

MARGARITA “MARGOT” MONTILLA.

     Margarita “Margot” Montilla, vio la luz primera en Las Adjuntas, jurisdicción de Santa Lucía, Municipio Paz Castillo el 26 de febrero del año 1909, Fueron sus padres Avelina de Montilla (de Cúa) y Julio Montilla (de Santa Lucía), ambos fallecidos. Sus hermanos Jesús, Justina, Julio, María Tomasa y Víctor.

    Por cosas de la vida, fija residencia en Maiquetía en el sector Ciudad Cartón (año 1945) de quien es fundadora. Hoy día recibe el nombre de Sorocaima.

   Dentro de sus innumerables anécdotas cuenta de sus experiencias como experta en gastronomía criolla y la venta de sus especialidades culinarias como la hallaca, el arroz con coco, el majarete y las empanadas.

     Actualmente, con sus lúcidos más de 100 años, nos dice “que conoció al General Juan Vicente Gómez, cuando éste iba a pasar por la calle principal de Catia, hoy Avenida Sucre en Caracas, era de tierra y los obreros pasaban con una carreta para ir regando con agua el  terreno y no se levantara tanto polvo”.

    Por otro lado, comento el ser descendiente, por vía paterna, del general Mariano Montilla, recordado por sus operaciones militares, que propiciaron el heroico Combate Naval de la Barra de Maracaibo en 1823.  

    También recuerda, que hace años (corría el 2006), estuvo muy grave de salud. Se encontraba sentada y de pronto al irse a levantar no pudo y le atacó un fuerte dolor en la cintura. Estuvo inconsciente y hospitalizada. Dice, que tuvo una visión, se encontraba dentro de un ataúd, de pronto una hermosa mujer, la Virgen de Santa Lucía y Jesús el Nazareno no dejaron que cerraran la tapa, haciéndole una señal de que se quedara, luego vio cuando ellos se iban junto a su madre Avelina que ya estaba fallecida. Se fue restableciendo y nos acompaña llena de vida y amor hacía quienes le rodean.

   Bien amigos, hoy celebramos junto a todos sus hermanos, sobrinos, vecinos e innumerables amigos la hermosa placa que le entregaron en la Sesión Solemne en homenaje a esta extraordinaria mujer, a quien le llamamos sencillamente Margot Montilla, desde Santa Lucía traspasando las fronteras hasta la hermana población de Maiquetía Estado Vargas.

Que Dios les brinde muchas pinceladas de paz, armonía y felicidad.

JUAN ANTONIO PÉREZ BONALDE

Por: investigaciones TUCUY.

     Pérez Bonalde nació en Caracas en 1846, el 30 de enero. Fue el noveno hijo del matrimonio integrado por Juan Antonio Pérez Bonalde y Gregoria Pereyra. Huyendo de la guerra federal, la familia Pérez Bonalde se traslada a Puerto Rico (1861). Para sostenerse, fundan un Colegio, donde el joven poeta, de quince arios, se desempeña como Profesor. ¿Qué formación tiene Pérez Bonalde para ese entonces? Felipe Tejera dice que se había dedicado especialmente al estudio de la música, el dibujo e idiomas extranjeros.

JUAN ANTONIO PÉREZ BONALDE.

     Poseía también conocimientos prácticos. En la isla de Santomas (a la que se trasladó la familia desde Puerto Rico), Pérez Bonalde se emplea como tenedor de libros. En 1864, pacificado el país, los Pérez Bonalde retornan a Caracas y planifican otro colegio, semejante al de Puerto Pico. La muerte repentina del padre aborta el proyecto. Entre 1864 y 1870 Pérez Bonalde vive en Caracas. Trabaja como puede para ganarse la vida. Interviene en política con el Partido Liberal.

     En 1870 llega a la primera magistratura el General Guzmán Blanco, de quien Pérez Bonalde es enemigo político. El poeta se va de Venezuela en aquel año de 1870. Vuelve por poco tiempo en 1876, y no regresa definitivamente hasta 1889, llamado por el gobierno del Dr. Raimundo Andueza Palacio. En estos dieciocho años largos, su centro de operaciones es Nueva York. Se emplea en la casa Lenman y Kemp-Barclay y Cía., y viaja por casi todo el mundo como representante de esta firma. Tiene oportunidad de aprender idiomas y de perfeccionar los que ya sabe. Se convierte en un extraordinario políglota y en excepcional traductor de poesía.

En su juventud cuando militaba en el Partido de los Azules.

     En 1879 se casa con Amanda Schoonmaker. La unión de esta pareja es desafortunada. En el dolor del exilio, nace una hija, Flor. El poeta concentra en ella sus afectos y alegrías. Le espera, sin embargo, un rudo golpe. La niña fallece en 1883. De esta trágica circunstancia brota esa conmovedora elegía que lleva por título Flor.

     Sus lecturas, su vida errante, su aguda sensibilidad, ciertos aconteceres aciagos, todo lo va conduciendo al escepticismo. A partir de aquel trágico 1883, no vuelve a publicar libros de poesía propia. Sólo sus grandes traducciones, las de Heine y Poe. Busca escaparse de la realidad, ya no por el paisaje poético, sino por la puerta falsa del alcohol y de las drogas. Su salud comienza a resentirse. Quienes lo conocen y lo tratan, como José Martí, advierten en él un aire de melancolía profunda, y de tedio vital. Poco a poco llega a los límites del nihilismo. A la total incredulidad, a una falta de fe en el presente y en el porvenir. Testimonio son estos párrafos de su libro de Memorias, dados por el poeta a la prensa caraqueña:

Muchos años han pasado desde la última vez que dejé un recuerdo de vida en estas páginas.

Y ¿qué he conseguido, qué he alcanzado durante este largo transcurso del tiempo?. .

Lo que alcanzaría el hombre que viviese mil años; lo que ha alcanzado la humanidad desde su misterioso principio hasta el presente: NADA!

     En 1889, bastante quebrantado de salud, regresa definitivamente a Venezuela. El gobierno de Andueza Palacio le ofrece un cargo diplomático. El poeta accede. Se embarca con rumbo a la ciudad de Amberes. Pero se siente tan enfermo que regresa desde Curazao. En vano intenta buscar salud en las aguas termales de San Juan de los Morros y luego en La Guaira. Una hemiplejia agrava su situación. Y el 4 de octubre de 1892 fallece en La Guaira. Once años después (1903) sus restos son trasladados a Caracas en medio de solemnes honras fúnebres. Y desde 1946, centenario de su nacimiento, sus cenizas reposan en el Panteón Nacional. En uno de sus poemas, Pérez Bonalde había dejado esta especie de disposición final:

POR SIEMPRE JAMAS!

Traedme una caja

de negro nogal,

y en ella dejadme

por fin reposar.

 

De un lado mis sueños

de amor colocad,

del otro, mis ansias

de gloria inmortal;

la lira en mis manos

piadosos dejad,

y bajo la almohada

mi hermoso ideal…

 

Ahora la tapa

traed y clavad,

clavadla, clavadla

con fuerza tenaz,

que nadie lo mío

me pueda robar…

 

Después, una fosa

bien honda cavad,

tan hioda, tan honda,

que hasta ella jamás

alcance el ruido

del mundo a llegar.

 

Bajadme a su fondo,

la tierra juntad,

cubridme…y marchaos

dejándome en paz…

 

¡Ni flores, ni losa,

ni cruz funeral;

y luego…olvidadme

por siempre jamás!.

Lastenia Pérez Bonalde de Tesdorpf, Hermana de Juan Antonio Pérez Bonalde.

LA OBRA DE PEREZ BONALDE

     La obra poética original de Pérez Bonalde está representada por dos Poemarios: Estrofas (1877) y Ritmos (1880). Sus traducciones de mayor importancia son El cancionero (1885) del alemán Henrique Heine, y El cuervo (1887) del norteamericano Edgar Allan Poe.

   En sus libros originales, Estrofas y Ritmos, reúne poemas escritos en diversos lugares. En ambas obras, la huella de un poeta intimista, sincero que no imita a los maestros del Romanticismo europeo, sino que extrae los temas de su propia peripecia vital. Su poesía, perdurable por ello, y por el fino e ilustrado espíritu de su creador, se encuentra relacionada de inmediato con algunos de los grandes aconteceres de una existencia errante y dolorosa, y con los fines que según la concepción romántica debía cumplir el poeta;

… pues a más de profeta,

sacerdote y caudillo,

es la misión sublime del poeta

ser héroe denodado, aunque sencillo,

y vencedor del tiempo y de la muerte..!

     Profeta, es decir, vate, vaticinador, iluminado, capaz de ver más lejos y más hondo que el común de los hombres, tal como ya lo pregonaban los latinos. Quien es un vidente, un soñador sagrado, un Profeta es también un Sacerdote, puesto que su misión consiste en conducir a la humanidad, cuyo destino él conoce por revelación, o porque sus facultades intelectuales son de orden superior. De este modo, el sentimiento religioso (de signo positivo o negativo) se empalma con la misión social que el poeta debe cumplir, como Caudillo, esto es, como guía, cabeza de unos ideales que luchan por Libertad y Justicia. Esta circunstancia y el individualismo romántico, conciben al poeta como un Héroe señero, que combate cada día contra las propias miserias y las ajenas, contra los desfallecimientos del ánimo y la duda. Por último, Vencedor del tiempo y de la muerte por cuanto, como ya lo predicaban desde la Alta Edad Media Dante Alighieri y Jorge Manrique, el arte es una de las vías que el hombre dispone para alcanzar la inmortalidad.

     Cuatro poemas, los mejores, responden a suscitaciones vitales. El primero, en orden cronológico, es un canto de desterrado, Vuelta a la patria (1876), cuya doble motivación, la alegría del regreso a la madre patria y el dolor ante la muerte de la madre carnal, hacen de éste el mejor poema entre todos los numerosos cantos de exilio que se escribieron en Hispanoamérica. Es una elegía asordinada, serena, sin estridencias.

     Pobre poeta (s. fecha). El segundo gran poema, dedicado a la memoria del malogrado lírico puertoriqueño José Gautier y Benítez (1848-1880), contiene una conmovedora definición de la naturaleza espiritual del creador, aplicable, como es lógico, al mismo Pérez Bonalde. La sensibilidad del poeta está vista como un cilicio. Las dos primeras estrofas orientan ya acerca del tono y del tema:

¡Oh, no envidiéis al que en la herida frente

lleva cual fiero dardo

la inspiración ardiente,

la codiciada llama

que viva luz derrama

y gloria en torno al aplaudido bardo!

 

Oh no, no lo envidiéis; de la áurea rama

que sus sienes corona, cada hoja

representa un martirio, una congoja,

una herida profunda, un desencanto,

sangre del pecho, o de los ojos llanto.

 

Cada paso que avanza

de la inmortalidad en la ardua senda,

cada triunfo que alcanza

le cuesta una creencia, una esperanza

que más y más la bendecida venda

de la ilusión aparta de sus ojos.

     Poema del Niágara (1880). El tercer gran poema, considerado entre otros por José Martí, como la obra maestra de Pérez Bonalde, es el Poema del Niágara, compuesto como el de Heredia, a vista de las imponentes cataratas. El poema obedece al sentimiento del romántico por la Naturaleza y a su identificación con algunos espectáculos naturales de gran belleza. Pérez Bonalde va más allá. El torrente y su catarata le hacen imaginar que en ellos está oculto un Genio a quien el poeta puede interrogar acerca los misterios de la vida y de la muerte. A las preguntas que formula, el eco responde sombríamente dando a entender que nada existe más allá de esta existencia efímera:

Heme aquí frente a frente

de la espesa tiniebla desde donde

oírme debe la deidad rugiente

que en su seno se esconde:

Dime, Genio terrible del torrente,

¿a dónde vas al trasponer, la valla

del hondo precipicio,

tras la ruda batalla

de la atracción, la roca y la corriente. . ?

¿A dónde va el mortal cuando la frente

triunfadora del vicio,

yergue, al bajar a la mundana escoria

en pos de amor, y venturanza y gloria?

¿A dónde van, a dónde,

su fervoroso anhelo,

tu trueno que retumba…?

Y el eco me responde,

ronco y pausado: ¡tumba!

 

Espíritu del hielo,

que así respondes a mi ruego, dime:

si es la tumba sombría

el fin de tu hermosura y tu grandeza;

el término fatal de la esperanza,

de la fe y la alegría;

del corazón que gime

presa del desaliento y los dolores;

del alma que se lanza en

pos de la belleza,

buscando el ideal y los amores;

después que todo pase,

cuando la muerte, al fin, todo lo arrase,

sobre el oceano que la vida esconde,

dime qué queda;

dí ¿qué sobrenada..?

Y el eco me responde,

triste y doliente: ¡nada!

 

Entonces, ¿por qué ruges,

magnífico y bravío,

por qué en tus rocas, impetuoso, crujes

y al universo asombras

con tu inmortal belleza,

si todo ha de perderse en el vacío. . ?

¿Por qué lucha el mortal, y ama, y espera,

y ríe, y goza, y llora y desespera,

si todo, al fin, bajo la losa fría

por siempre ha de acabar..? Dime, ¿algún día,

sabrá el hombre infelice do se esconde

e1 secreto del ser..? ¿Lo sabrá nunca..?

Y el eco me responde,

vago y perdido: ¡nunca!

 

¡Adiós, Genio sombrío,

más que tu gruta y tu torrente helado;

no más exijo de tu labio impío,

que al alejarme, triste, de tu lado,

llevo en el cuerpo y en el alma frío.

A buscar la verdad vino hasta el fondo

de tu profunda cueva:

mas, ay, en vez de la razón ansiada,

un abismo más hondo

mi alma desesperada

en su seno, al salir, consigo lleva…!

¡Ya sé, ya sé el secreto del abismo

que descubrir quería..!

¡Es el mismo, es el mismo

que lleva el pensador dentro del pecho:

la rebelión, la duda, la agonía

del corazón en lágrimas deshecho!

     Flor (1883). El cuarto gran poema de Pérez Bonalde es el canto elegíaco que escribe bajo el terrible impacto que le produce la muerte de su hija Flor. Si en el Poema al Niágara dice salir del abismo, sin respuesta para sus grandes preguntas acerca de los misterios del ser, en Flor se enfrenta a Dios al no comprender cómo pudo haber sido herida de muerte una criatura que apenas abría los ojos a la vida. Es el dolor máximo, la suprema rebelión de los poetas satánicos, que en Pérez Bonalde es la culminación trágica de una existencia destrozada por el hado:

Señor, ¿existes? ¿Es cierto que eres

consuelo y premio de los que gimen,

que en tu justicia tan sólo hieres

al seno impuro y al torvo crimen?

 

Responde entonces: ¿Por qué la heriste?

¿Cuál fue la culpa de su alma triste?

¿Cuál fue la mancha de su inocencia?

¡Señor, respóndeme en la conciencias!

 

Alta la llevo siempre, y abierta,

que en ella nada negro se esconde;

la mano firme llevo a su puerta,

inquiero… y nada, nada responde.

 

¡Sólo del alma sale, un gemido

de angustia y rabia, y el pecho, en tanto

por mano oculta de muerte herido,

se baña en sangre, se ahoga en llanto!

 

¡Y en torno sigue la impía calma

de este misterio que llaman vida,

y en tierra yace la flor de mi alma,

y al lado suyo mi fe vencida!

 

…………………………………………………

 

¡Nada, ni la esperanza

ni la fe del creyente

en la ribera nueva,

en el divino puerto

donde la barca que las almas lleva

habrá de anclar un día;

ni el bálsamo clemente

de la grave, inmortal filosofía;

ni tú misma, divina poesía

que esta arpa de lágrimas me entregas

para entonar el aéreo de mi duelo…!

¡Tú misma no, no llegas

a calmar mi dolor…!

¡ábrase el cielo!

¡Desgájese la gloria en rayos de oro

sobre mi frente… y desdeñosa, altiva

de su mal sin consuelo

al celestial tesoro

el alma mía cerrará su puerta:

que ni aquí, ni allá arriba

en la región abierta

de la infinita bóveda estrellada,

nada hay más grande, nada:

más grande que el amor de mi hija viva,

más grande que el dolor de mi hija muerta!

     El traductor. Desde la niñez, se inició Pérez Bonalde en el estudio de lenguas extranjeras. A lo largo de su existencia, llegó a tener un asombroso dominio del latín, del inglés, del francés, del alemán, del italiano y del Portugués.

   Los idiomas le permitieron conocer directamente literaturas extranjeras. Este factor contribuyó a hacer de Pérez Bonalde un romántico superior en muchos aspectos a la mayoría de sus compañeros hispanoamericanos.

     Gracias a sus excepcionales conocimientos del alemán, Pérez Bonalde realizó la mejor traducción (1885) de El Cancionero (1827), de Heine. Pero no sólo lo tradujo impecablemente, sino que logró una musicalidad igualada más tarde por dos grandes del Modernismo, el colombiano José Asunción Silva y el nicaragüense Rubén Darío. Sirvan como muestra de la versión de Pérez Bonalde, estos excelentes dodecasílabos del poema La Esfinge:

Estoy en la antigua floresta encantada,

los tilos esparcen su aroma sutil;

del astro nocturno la luz argentada,

con mágico hechizo se adueña de mí.

 

Avanzo en las sombras cm pie temerario,

y al punto en los aires resuena una voz;

la voz del alado cantor solitario

que canta las glorias y penas de Amor.

 

Las glorias y penas de Amor canta el ave:

las dulces sonrisas, el llanto de hiel,

tan triste es su queja, su trino tan suave,

que en mi alma despiertan los sueños de ayer.

 

Mi planta en las sombras, intrépida, avanza:

un claro del bosque se ofrece ante mí,

y en él un castillo gigante que lanza

sus torres aéreas al alto cenit…

     Éxito similar que con la traducción de El Cancionero, obtuvo Pérez Bonalde con la versión (1887) del célebre poema El Cuervo (1845), de Poe. No sólo conserva con extraordinaria fidelidad la atmósfera de misterio que va in crescendo en el poema de Poe, sino que reproduce en castellano el ritmo trocaico del original inglés.

     Pérez Bonalde vertió al castellano otros poetas, entre los cuales, el inglés William Shakespeare, los alemanes Ludwig Uhland y Johan Gottfried Herder.

Bienvenida a Venezuela en el Puerto de la Guaira a Juan Antonio Pérez Bonalde, año 1890.

ANTOLOGÍA DE VUELTA A LA PATRIA

     Cuando Pérez Bonalde escribe Vuelta a la patria (1876), navega rumbo a Venezuela, tras seis años de ausencia. Santiago Key-Ayala ha imaginado la escena en la que el poeta compone su canto elegíaco:

     Fue a bordo del barco en que Pérez Bonalde regresaba a la tierra nativa, rumbo a Puerto Cabello, donde nació la «Vuelta a la Patria». Nació, vio la luz. ¿Cuánto tiempo había estado en el alma del hijo infeliz, moviéndose hacia la luz por una gestación de sueño?

El poeta mismo responde a la pregunta:

Una línea indecisa

entre brumas y ondas se divisa.

………………………………………….

Va extendiéndose el cerro

y unas formas extrañas va tomando,

formas que he visto cuando

soñaba con la dicha en mi destierro.

     Días y meses, el desterrado estuvo haciendo el viaje de vuelta a la patria y se vio llegar con el pecho henchido por la emoción del retorno, primero; después, henchidos los ojos por el resto de sus lágrimas. Ahora viaja en realidad hacia «la tierra amiga». Imagino la escena del alumbramiento: Pérez Bonalde está en el puente del barco sentado ante una mesita con aquel donaire señoril que los años acentuaron. Sobre la mesita, frente a él, un vaso y una botella de cerveza. Al lado, en una silla, un libro de versos o de viajes. A manera de marcador, un haz de cuartillas y un lápiz. Pérez Bonalde da la espalda al Norte, donde el frío «hiela los espacios y las almas». Mira hacia el Sur, adivinando, presintiendo la «tierra amiga». En la monotonía del aislamiento, la fantasía transpone la realidad circundante y navega por el mar de los sueños. El barco va hacia Puerto Cabello. El sueño hacia La Guaira. Triunfa el sueño.

     A juzgar por estas noticias, Vuelta a la patria fue concebido a bordo del navío en el que Pérez Bonalde navega hacía las costas venezolanas tras seis años de ausencia. Dos sentimientos parecen dominarlo en aquellos instantes. Hay en él una alegría causada por su reencuentro con la tierra natal. Este puro e intenso alborozo está mediatizado, sin embargo, por una honda melancolía. El poeta sabe que no encontrará a su madre, fallecida mientras él se encontraba en el destierro. Siendo de signo contrario estos sentimientos, al conjugarlos dentro de un mismo poema, Pérez Bonalde debía evitar que se estorbasen. El poeta resolvió esta dificultad dividiendo su poema en dos partes. La primera responde en temas, tono, ritmo y ambiente a la euforia espiritual del regreso. La segunda está consagrada por entero al sentimiento elegíaco en el que los temas se interiorizan, el ritmo se torna lento y el lenguaje confidencial.

     La primera parte, es descriptiva. El poeta reseña lo que va viendo y sintiendo a medida que el bajel se acerca a las playas, luego desembarca y toma el coche que lo conduce a Caracas. Culmina con la aparición, casi fantástica, de la ciudad natal que parece brotar de la nada, tras una vuelta del camino, con sus blancas torres, sus techos rojos, sus azules lomas.

     Como es propio del alma romántica universal, estas descripciones del paisaje se relacionan de inmediato con los estados anímicos del poeta. En este caso, con escenas de la infancia, y éstas, con los días dichosos de una inocencia perdida. El goce de la llegada se reparte entre el deleite ante la luminosidad de la naturaleza tropical «son seis años de brumas y de cielos grises», la emoción romántica ante lo autóctono, ante la gente rústica y simple en estado de gracia natural, y hasta en el dulce son del idioma nativo.

     Esta primera parte posee un ritmo ascendente, progresivo, que conduce a un momento crucial del poema. La patria es primero una línea indecisa que entre brumas y ondas se divisa. A medida que el barco se aproxima, la costa va dibujándose mejor hasta que lo borroso se hace nítido y se ven las riberas bordadas de palmeras. La impaciencia por llegar salta en el pecho del poeta y se traduce en oraciones de forma imperativa: ¡A tierra, a tierra, o la emoción me ahoga! ¡Boga, boga, remero! ¡En marcha, en marcha, postillón!

     Cuando ya divisa a Caracas y el ritmo del desenfreno emocional llega a su punto culminante, se produce el choque del sueño contra la realidad. El poeta recuerda que no tiene hogar, o, más exactamente, hogar materno, y le pide al cochero que lo conduzca al cementerio, uno de los lugares favoritos de los románticos. Todo este recorrido vertiginoso que le ha permitido dar sus impresiones del regreso, todo este canto de alegría, se transforma súbitamente en un discurrir elegíaco, lento, intimista.

Carolina Tesdorpf de Vidal, Sobrina del Poeta. En su casa de La Guaira se alojo cuando regreso enfermo poco antes de su muerte.

«¡Apura, apura, postillón! Agita

el látigo inclemente.

¡Al hogar, al hogar! que ya palpita por él

mi corazón ¡Mas no, detente!

¡Oh infinita aflicción! Oh desgraciado

de mí, que en mi soñar había olvidado

que ya no tengo hogar…Para cochero;

tomemos cada cual nuestro camino;

tú al techo lisonjero

do te aguarda la madre, el ser divino

que es la vida centro y alegría

y yo…¡yo al cementerio!,

donde tengo la mía…»

    Comienza entonces la segunda parte de Vuelta a la patria. La confidencia personal da una dimensión subjetiva. A través del monólogo, Pérez Bonalde le refiere a su madre la suerte que ha corrido desde el momento en que se separó de su regazo, como quien entrega cuenta de sus actos. El que habla sin esperanzas de respuesta, es un poeta aniñado, triste, escéptico, que retorna sin nada qué ofrecer, como no sea una flor amarilla del camino y el resto de llanto que le queda. Dos presentes románticos: el amor por la naturaleza y la manifestación viva del sentimiento. Reconfortado tras el desahogo, el espíritu del poeta cobra nuevos bríos. Cuando se marcha del cementerio lleva el alma en paz, y, como siempre, la frente erguida, resuelto a continuar luchando.

     Los cantos de desterrados «como éste de Pérez Bonalde» fueron un género frecuente en la poesía romántica hispanoamericana y española. Con frecuencia, estos cantos iban unidos al tema político, en la medida que el desterrado padecía los rigores materiales y morales del ostracismo, protestaba contra los tiranos que arruinaban su patria y lo mantenían lejos de los suyos. Dentro de estos cantos figuran el Adiós a la patria, de Rafael Mª Baralt; La despedida de la patria, del colombiano José Eusebio Caro; La vuelta a la patria, del colombiano Miguel Antonio Caro; La vuelta al hogar, de José Joaquín Pérez. También el español Martínez de la Rosa tiene una composición sobre este género. Sin negarles calidades poéticas, ninguna de ellas supera la elegía de Pérez Bonalde.

«Caracas, allí está, vedla tendida

a las faldas del Ávila empinado

Odalisca rendida

a los pies del Sultán enamorado»

Abigaíl Pérez Bonalde, hermana del Poeta.

     El 4 de octubre de 1892 muere en La Guaira el poeta de «La Vuelta a la Patria», el poeta de Caracas, Juan Antonio Pérez Bonalde.

Referencias Gráficas:

http://perezbonalde.blogspot.com

LA MASACRE DE OCUMARE DEL TUY, “1814 AÑO SANGRIENTO”.

Por: Iván López.

         El presente artículo es una crónica sobre los hechos acaecidos en el pueblo de OCUMARE DEL TUY entre los meses de Febrero y Marzo del año 1814, para ello se tomó información de la Gaceta de Caracas publicadas en esos días, se citan algunos partes de guerra y se hace una revisión de la bibliografía referente a esos sucesos de escritores posteriores a la época, esto con la finalidad de mostrar un hecho sucedido en el Tuy exponiendo los eventos uno a uno tal cual se sucedieron de forma sencilla y resumida con la finalidad de brindar una herramienta pedagógica al alcance de los docentes y estudiantes para la comprensión de ese hecho histórico.

        Como consecuencia de la pérdida de la Primera República en el año de 1812 Domingo de Monteverde y sus lugartenientes restablecen la monarquía española en Venezuela, y a manera de ejemplarizar o tal vez de odio por la osadía del pueblo de Venezuela al darse su justa libertad, lo realizan a través de la violencia y la barbarie, esto camuflado en las lides de la guerra al principio, donde el asesinato de ancianos y niños, la violación a la mujer, el saqueo y el decomiso de los bienes inmuebles estaban a la orden del día y luego de restablecido el poder español  con las persecuciones, juicios, condenas a presidio y ajusticiamientos a diestra y siniestra, creando así el clima de lo que luego hemos denominado los años de la Guerra a Muerte (1812 – 1815).

      A raíz de estos hechos y después de iniciada la Campaña Admirable, el Libertador dicta, el 15 de junio de 1813 en horas de la madrugada, la famosa proclama de Guerra a Muerte. Este decreto fue la respuesta de Simón Bolívar ante los numerosos crímenes perpetrados por los jefes realistas, principalmente Domingo de Monteverde.

Firma del Decreto de Guerra a Muerte, imagen tomada de http://encontrarte.aporrea.org/

       En una primera instancia ésta manifestación fue considerada por Bolívar como ley fundamental, que luego ampliaría y ratificaría en el cuartel general de Puerto Cabello, mediante la proclama del 6 de septiembre del mismo año 1813, acto que según algunos historiadores puede ser considerado como un Segundo Decreto de Guerra a Muerte.

       Posteriormente, cuando en el segundo semestre de 1813 aparecen en escena José Tomás Boves, Francisco Rosete y Francisco Tomás Morales entre otros, la matanza se hace más intensa por parte de los realistas y la respuesta de los republicanos es radicalizar la aplicación de la «guerra a muerte». Derivado de esto se produjo la ejecución de los presos españoles y canarios de Caracas y La Guaira ordenada por Bolívar en febrero de 1814.

Comandante Francisco Rosete, imagen tomada del libro Guerra de Exterminio …aquellos años sangrientos.

        El día 03 de febrero de 1814 tiene lugar la primera Batalla de la Puerta donde resulta vencedor el bando de José Tomas Boves, después  de este triunfo Boves establece su comando principal en Villa de Cura, y decide dividir sus fuerzas en tres, para realizar una estrategia de ataque a Caracas por varios flancos, de allí que entonces envía a Francisco Tomas Morales a realizar su avance hacia Caracas por la Victoria y a Francisco Rosete  por los Valles del Tuy quedando Boves con una tercera parte de las tropas, acantonadas en Villa de Cura a manera de retaguardia y refuerzo de los otros dos flancos.

       Francisco Rosete conocedor como era, pues vivía en el pueblo de “Taguay”, de los caminos que conducen a la Serranía del Interior, parte desde Villa de Cura hacia “El Paso de los Pilones”  camino por el cual llega por la parte sur de los Valles del Tuy, específicamente entrando por el pueblo de Ocumare el día 11 de febrero, encontrándose con un pueblo escasamente armado, con pocos insumos de guerra y poca tropa que defendiera el lugar, habiendo recibido el día anterior noticias del avance de las tropas de Rosete a Ocumare, el presbítero del pueblo Juan José de Orta, envío un mensajero para tratar de interceder como representante de la iglesia con el líder realista pero este asesina al mensajero y continua su avance implacable; para darnos una idea de lo que debieron sentir los ocumareños Juan Vicente González nos narra:

     Suponeos una turba desenfrenada de hombres desalmados, sin religión, sin familia, sin patria, devorada por los instintos del pillaje, del asesinato, de la lujuria, de la venganza, de la rapiña; armados del puñal y de la tea, al mando de un jefe que les concede amplia licencia para satisfacer todos los apetitos imaginables. Suponeos esta turba famélica en posesión  de un pueblo indefenso, rendido, que clama piedad y eleva sus preces al dios de las misericordias, al verse entregado a saco y a la muerte.

Paso de los Pilones, Frontera entre los actuales estados Guarico y Miranda.

       La Matanza comenzó desde los ejidos del pueblo, desde sus conucos mas lejanos, entrando casa por casa, asesinando, saqueando y quemandolo todo hasta llegar a la plaza y a la iglesia, el horror y la crueldad se impusieron, hombres, mujeres, niños y ancianos eran asesinados con saña y brutalidad, la violación y el ultraje se hicieron presentes, los que pudieron alcanzar el monte huyeron hacia lo profundo de las montañas, otros se refugiaron en la iglesia, esto motivó que Rosete diera la orden de derribar las puertas del templo a hachazos y luego que entraron no dejaron vivo a nadie dentro de éste, las calles quedaron regadas de sangre y de cuerpos mutilados, los seguidores de Rosete incluso cortaron orejas, brazos, piernas y las partes intimas de los hombres y los senos a las mujeres y los clavaron en las puertas y ventanas de las casas que no fueron quemadas como trofeos, la poca resistencia que se enfrentó a la horda infernal fue dirigida por el Capitán Marcelino Plaza quien vencido se repliega hacia Caracas.

       Este horror fue narrado días después en una Carta por el Presbítero Juan José Orta a sus superiores donde expresaba lo sucedido con detalles:

… el 11 del corriente fue atacada esta plaza por una multitud de forajidos, acaudillados por el bárvaro y sanguinario Rosete. Sobre trescientos cadáveres de aquellas primeras personas de representación y adhesión a nuestra libertad cubren las calles, fosos y montes de su inmediación. El clamor de las viudas y de los huérfanos es tan general como irremediable, pues todo el pueblo fue robado y saqueado hasta no dejar cosa alguna útil…

Pero no es esto sólo lo que asombra y horroriza: el santuario del dios vivo fue violado con el mayor escándalo e impiedad. La sangre de tres victimas inocentes acogidas a su inmunidad sagrada, riegan todo el pavimento; José Ignacio Machillanda en el Coro; José Antonio Rolo en medio de la nave principal; y Juan Díaz en el Altar Mayor…

        Las noticias de estos hechos se esparcieron por el Tuy como reguero de pólvora y muchas de sus poblaciones fueron abandonadas, la mayoría de los pobladores llegan hasta Caracas en los días posteriores al hecho, de esta manera se da parte de lo sucedido en Ocumare, a la par Rosete tenía ordenes de levantar a las esclavitudes y liberar a los presos del Tuy, de Caracas y de la Guaira, algo que logra sólo en el Tuy, pues habiendo enviado emisarios a comunicarse con los realistas en la Capital estos fueron descubiertos y capturados, velando así la componenda.

        Informado el Coronel Juan Bautista Arismendi de lo sucedido, quien en ese momento ejercía el cargo de Gobernador de Caracas, tomando en consideración lo escaso de las tropas con las que contaba y la inminente invasión de Caracas desde el Tuy, decide solicitar ayuda al libertador y toma la iniciativa de preparar una defensa de la ciudad, informado Bolívar, inmediatamente envía a José Félix Rivas, quien acababa de Vencer en la “Batalla de La Victoria”, a defender a Caracas, por su parte Francisco Rosete a iniciado su avance hacia Caracas, pero se entera por sus exploradores de la venida de Ribas a Caracas acompañado de 700 hombres y decide entrar a Charallave, donde se atrinchera, informado a su vez Ribas de los movimientos de Rosete y de las fuerzas y posibilidades de este, decide bajar al Tuy y enfrentarlo.

General José Félix Ribas. Imagen tomada de www.laprensademonagas.info

        Llegan los republicanos a Charallave el día 20 de febrero de 1814, allí en horas del medio día, Ribas derrota rápidamente una fuerza colocada por Rosete en el sector de Potrerito a manera de Vanguardia, para luego continuar su avance hasta el lugar de los atrincheramientos de Rosete, esto en la hacienda de la familia Alvarenga lugar donde la batalla se traba a las dos de la tarde, dura y violenta por lo complejo del terreno y lo desigual de las fuerzas, pero las tropas republicanas en tan sólo una hora logran vencer al enemigo y hacer que se desbande en retirada, rápidamente Ribas ordena la persecución y captura de las tropas enemigas, las cuales se enfilan en fuga vía a la Serranía nuevamente. Ribas en su Parte Oficial del Combate nos narra:

Las armas de Venezuela, siempre triunfantes, acaban de tener la gloria de haber derrotado completamente al pérfido Rosete, en su Quartel General de Charayave, con 800 ó 1000 hombres. Como su situación es ventajosísima, creyeron hacerse firmes, y sacar todo el partido de que eran capaces, si las tropas de la República no tuvieran siempre el valor preciso para superar todos los obtaculos.

A las 12, nuestras tropas se encontraron con una avanzada enemiga en el sitio del Potrerito. Fué batida. Le tomamos los fusiles y todos los caballos ensillados en que hacían su gran guardia. A las dos de la tarde, llegamos frente a este pueblo y haciendo desfilar 100 hombres de infantería, y 50 de carabineros, por la hacienda de cacao de los Alvarengas, para que le atacasen por la retaguardia; di órden al exército para que inmediatamente esta división rompiese el fuego, y atacasen de frente con toda la fuerza: efectivamente sucedió así; pero con tan buen éxito que aun no había cumplido una hora de fuego quando ya se había decidido á nuestro favor, tomandoles el pueblo, y poniendose ellos en una precipitada y vergonzosa fuga; uno siquiera no pudo tomar el camino de Ocumare ni Santa Lucia. Todo el que no ha sido prisionero, muerto, ó herido, se ha encumbrado por la sierra, sin que uno vaya unido á otro: nuestras tropas le han perseguido por diversos puntos, encontrando los caminos de las serranías cubiertos de lanzas, caballos y cadáveres.

         En medio de la huida Rosete deja abandonado una gran cantidad de armas, municiones, prisioneros, equipajes y documentos de guerra entre los que se hallaron cartas, planos, en fin pruebas de las conspiraciones de Rosete y los realistas de Caracas y la Guaira, entre los objetos hallados se identifico una carimba o hierro de marcar con la letra “P” y que al parecer estaba destinada para marcar a los patriotas con ella, hierros como estos fueron hallados también entre las cosas de los jefes realistas en el Campo de Batalla de Araure uno perteneciente a Yáñez con la letra “R” por “Republicano” y otra de Puy con la letra “I” por “Insurgente”, Ribas es informado de que había una guarnición realista en Ocumare de 50 hombres dejada por el jefe realista y continua su rumbo hacia ese pueblo para reducirlos, pero enterados estos del avance de las tropas republicanas abandonan el pueblo.

        El General José Félix Ribas llega al pueblo de Ocumare el día 21 de febrero y al entrar al pueblo el horror que siente al contemplar el dantesco cuadro de la muerte dejada por las tropas de Rosete son plasmadas en un comunicado enviado al Coronel Juan Bautista Arismendi, en el cual expresa:

“Señor Gobernador:

     Al participar á V.S. los horrores que he presenciado en este pueblo, al mismo tiempo que me estremezco de compasión, me hace jurar un odio implacable á  la ferocidad de los carnívoros Españoles: el nombre de esa nación siempre bárbara, debe gravarse en el corazón de los Americanos para que nuestras futuras generaciones la vean con la execración mayor. Mas de trescientas victimas inocentes han sacrificado á su ambición, entre ellas una tercera parte del bello sexo y niños: montones de cadáveres, y de hombres despedazados es el espectáculo único con que han dexado adornadas las miserables calles y plaza de este pueblo: con troncos y miembros humanos mutilados, han empedrado sus calles, haciendo presenciar al marido la muerte de la esposa; á la madre la muerte del hijo, descargando después el acero sobre ellos, sin permitirles siquiera el recibir los auxilios espirituales por mas que los miserables clamaban por este solo bien. Los excesos cometidos en la villa de Aragua, en S. Juan de los Morros, y en otras partes de nuestras provincias, solo habían bosquejeado en ellos lo que debían de poner en execución en este desgraciado Pueblo.”

    “La sangre Americana es preciso vengarla. Las victimas de Ocumare claman á todos los que tienen el honor de mandar los Paises libres de America. Yo reitero mi juramento, y ofrezco que no perdonaré medios de castigar y exterminar esta raza malvada.”

     Dios guarde á V.S. muchos años. Quartel General de Ocumare 21 de Febrero de 1814. 4º y 2º

                                                                    José Félix Ribas.

        Una vez en el pueblo a Ribas y sus tropas no les queda más que ayudar en la limpieza del pueblo y colaborar en dar sepultura y en la mayoría de los casos incinerar a los pobres infelices del pueblo, ordena fusilar a los prisioneros realista en represalia de aquel horror e incluso un soldado encuentra a un muchacho vivo de catorce años caminando en medio de los cadáveres, el cual es llevado ante Ribas y éste le dice:

“Yo he escapado al suplicio, he vivido de troncos de árboles, escondido en los montes. Mi padre (un canario llamado Bartolomé Truxillo) me entrego á Rosete para que me diese muerte por ser adicto á la causa de mi Patria. El monstruo se sobrecogió de espanto á tal demanda, y me dio la vida: yo la he salvado en medio de los bosques” 

        De inmediato Ribas ordenó la captura de aquel hombre y formando un pelotón de Carabineros lo fusiló por semejante cosa, Ribas arma una pequeña guarnición la cual es dejada en el pueblo como resguardo y envía el grueso de su tropa de regreso a San Mateo, mientras que él se encamina a Caracas.

        En los siguientes días del mes de febrero y principios de marzo se suceden una serie de ataques en el occidente de Venezuela lo que hace que el grueso de las tropas patriotas deban ser concentradas o salir en auxilio de los reductos que aun debían ser defendidos, si bien cierto es que a estas alturas la llamada Expedición española había sido derrotada y los grandes líderes como Monteverde habían huido fuera de Venezuela, la sombra de Boves, Ceballos Yanes, Puy y demás comandantes conducían ya una guerra vandálica, sedienta de sangre y odio que asolaba todo a su paso, fuertes fueron los combates en Puerto Cabello, en Cagua y San Mateo.

       Mientras esto ocurría Rosete le comunica a Boves lo ocurrido en los Valles del Tuy y éste responde enviándole nuevos refuerzos, los cuales sumados a los que lograron escapar en Charallave sumaban 3000 hombres, le ordena además insistiese según lo planeado por el Tuy, Rosete se dirige a la serranía y llega nuevamente a Ocumare el día 06 de Marzo destrozando fácilmente la pequeña guarnición dejada por Ribas, sólo habían pasado 14 días desde la Batalla de Charallave.

       Una vez Rosete en Ocumare, a uno de los hacendados del pueblo, Don Pedro Vegas intenta aplacar a la bestia invitando a éste a un almuerzo en su casa, Rosete acepta, durante la comida la actitud de Rosete es intolerable pues fastidiaba a los comensales no sólo con ofensas y sarcasmos, sino que además empezó a molestar a los presentes lanzándoles pedazos de pan, al poco rato una de las damas presentes no soportó más las burlas y encaró a Rosete, éste se levantó amenazando y tirándolo todo al tiempo que ordenaba a su tropa formarse, los presentes se lanzan  en carrera fuera de la casa para escapar, la mayoría son capturados y asesinados, entre los que se cuenta al propio Vegas y a su esposa,  Doña Juana Aristigueta, a quien hace desollar la espalda aún viva y a Don Domingo Maucó a quien le cortan la planta de los pies y lo hacen dar vueltas alrededor de la Plaza mayor antes de matarlo, incluso matan al padre de Luisa Cáceres, Don José Domingo Cáceres quien se encontraba allí por invitación de su amigo el comandante Juan José Toro.

      Seguido, Rosete emite un Bando o comunicado donde ordena a los capataces y mayordomos de las haciendas se le presentasen, ocurrido esto les ordena a quienes se presentan, que deben sublevar a todas las esclavitudes de las haciendas donde trabajan o serán asesinados, estos obligan a los esclavos a sumarse a las fuerzas de Rosete; con relación a esto en la Gaceta de Caracas del lunes 23 de mayo de 1814 se puede leer lo siguiente:

       Las órdenes que comunicó á Rosete fueron las de levantar esclavitud de Ocumare. Mas de tres mil esclavos fueron forzados á seguir á este otro español; y á pesar de la extrema repugnancia que tenían para seguirle, fueron forzados á ello. La táctica de Rosete en los Valles del Tuy, fue la siguiente. A su llegada á Ocumare echó un bando para que pena de la vida, se le presentasen todos los mayordomos de haciendas, y los mandadores de ellas. Luego que lo verificaban, les intimaba que presentase en el momento las esclavitudes de sus haciendas respectivas, las que forzaba á tomar las armas.

Portada de la Gaceta de Caracas del Lunes 21 de Febrero de 1814. foto Iván López año 2012

        Al saberse de estos hechos en Caracas, la ciudad entra en pánico colectivo, José Félix Ribas se hallaba en cama debido a que estaba enfermo de fiebre palúdica, con pocas tropas Juan Bautista Arismendi organiza un ejército en cuyas filas se pueden ver niños y ancianos, en total 800 hombres, para salir a detener la nueva amenaza en el Tuy, entre estos hombres se halla Félix Cáceres de 14 años de edad, hermano de Luisa Cáceres, quien espera vengar la muerte de su padre, las tropas se enfilan rumbo a Los Valles del Tuy el día 13 de marzo, llegando a la entrada de Ocumare el día 16 de marzo.

        Rosete enterado del avance de Arismendi, aposta tropas entre las haciendas de cacaotales y cafetales en los flancos de la entrada del pueblo, para emboscar a los republicanos, manteniendo el grueso de sus tropas por el centro justo en el pueblo, Arismendi sin revisar el terreno entra imprudentemente en la trampa y sus tropas son masacradas indiscriminadamente, perecen en el campo de batalla 700 hombres entre ellos Félix Cáceres, sólo logran salvar la vida 100 de ellos, la mayoría mal heridos, entre los que se cuenta el Coronel Justo Briceño, al regresar Arismendi a Caracas Ribas no encuentra como contenerse para no enjuiciarlo, paralelo a esto Bolívar en San Mateo recibía noticias de la invasión al Tuy y ordena al Coronel Mariano Montilla junto a 400 hombres ir en ayuda a Caracas, quien llegaba justo en el momento en que Arismendi regresaba derrotado.

        Con los refuerzos de Montilla, el resto de las Tropas de Arismendi y más voluntarios, José Félix Ribas junta 900 hombres y haciéndose conducir en un Coi (una camilla de mano) se enfila nuevamente a Ocumare del Tuy, llegando el 19 de Marzo en horas de la tarde, esta vez Ribas acampa a las afueras del pueblo en las Sabanas de Salamanca, incluso hay quienes afirman que acampa justo en las tierras de la Hacienda de los Machillanda.

        Ribas decide, teniendo como antecedente la derrota de Arismendi, estudiar el terreno, acción que permitió detectar las posiciones del enemigo, y planifica enviar en avanzada al Coronel Leandro Palacios con una fuerza a batir todos los atrincheramientos previos al paso del río, mientras el avanza sobre el centro seguido del Coronel Mariano Montilla y el Coronel Gogorza, previsto el plan de ataque, a la mañana del día 20 de Marzo, Ribas hace tocar la diana fuertemente, esto crea un efecto positivo en los republicanos e incide de forma negativa sobre las huestes de Rosete.

       A las seis de la mañana se inicia la marcha y a las siete se comienzan los combates, siguiendo lo planeado se adelanta el Coronel Palacios quien bate cada trinchera, derribando cada parapeto y trampa colocada en el camino hasta llegar al paso del río Tuy, en ese momento el grueso de las tropas comandadas por Ribas son enviadas y se traban los dos frentes en fuerte Batalla, esto ocurre aproximadamente desde las 09 de la mañana hasta las 11 y 30, ninguno de los lados cedía un palmo, en ese momento las divisiones de Ribas realizan una acción de fuego cruzado debilitando al enemigo y la sección de cazadores republicanos se enfilan en columna y atravesando el frente enemigo logra abrir una brecha  tomando el pueblo, visto lo ocurrido, Rosete como último recurso envía su caballería sobre los patriotas, pero ésta se estrella contra el escuadrón de lanceros del Coronel Mariano Montilla quien ordena una defensa de forma vertiginosa.

       Rosete huye acompañado del resto de su horda de forma desordenada y se enfila vía al paso del Picacho, inmediatamente es perseguido por Ribas hasta las tres de la tarde llegando a detenerse en Súcuta, pero ordena a los Coroneles Mariano Montilla y Leandro Palacios continuar la persecución, ésta se extendió por el resto del día, una vez atravesado el paso, las tropas de Rosete se encuentran casualmente frente a frente con la avanzada del ejercito de Oriente, comandada su vanguardia por el Coronel José Francisco Bermúdez, el cual destroza los restos de la tropa de Rosete, salvando este último la vida milagrosamente y encaminándose hacia Villa de Cura para reunirse con José Tomas Boves.

       Ribas reduce y apresa algunos enemigos que quedan en el pueblo de Ocumare, entre ellos muchos de los esclavos sublevados de las propias haciendas del Tuy, los cuales luego serían regresados a sus haciendas, incluso se capturaron muchos oficiales y heridos, en la Gaceta de Caracas número LI del lunes 21 de marzo se puede leer lo siguiente:

Las armas de la República han triunfado en Ocumare. El General Ribas ha añadido á su Patria otro nuevo laurel, batiendo completamente á Rosete en la mañana del día de ayer. Los restos del Exército de este bandido se persiguen por todas partes; y los bravos republicanos de Venezuela han hecho conocer, que en los peligros es que se debe mostrar la energía y entusiasmo que ellos han manifestado para triunfar de los enemigos de la Patria.

        En los documentos para el estudio de la vida del libertador se recoge una canción que recorrió Caracas en los días siguientes a estos hechos, que expresan el valor del líder y la voluntad del vencedor de la tiranía y la opresión en el Tuy, la cual decía:

“Cantad himnos al héroe triunfante,

Al invicto, al Valiente campeón,

De Rosete el espanto y asombro,

de Ocumare otra vez Vencedor.”

        La secuencia de estos hechos deben ser narrados a las nuevas generaciones tal cual como ocurrieron, pues en ocasiones se tiende a confundir fechas o hechos,  presentándose incluso la batalla de Ocumare primero y la masacre como consecuencia de esta, en otros casos mostrando a los combates de Charallave como hechos aislados de la invasión de Rosete, se debe conocer el pasado para comprender el presente, pero respetando su secuencia lógica, pues esto permite el entendimiento fácil y sencillo de los hechos del hombre en el tiempo.

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